"De ser algo casi desconocido, el tai chi chuan ha pasado a estar presente en las ofertas deportivas y de trabajo corporal/energético tanto en instituciones públicas como privadas de todas las ciudades occidentales. Esta expansión no ha tocado su techo todavía, pero el breve tiempo y la forma en que se ha desarrollado han dejado en evidencia un fuerte déficit en la preparación del profesorado".
Diez años después, nos encontramos en una situación algo distinta: la curva expansiva ascendente se ha tornado ya descendente, por lo que la demanda de profesores ha decrecido. Lo que no ha descendido tanto ha sido el déficit en preparación. Pero bajo este déficit subyace una cuestión más difícil de afrontar: ¿qué es exigible hoy entre nosotros a un profesor de tai chi chuan? En 1999 hablábamos de la atracción de lo exótico y de la necesidad de recontextualizar nuestra tarea: "nos encontramos con que debemos plantearnos de nuevo o desde el principio la función y las estructuras que necesita su práctica y, sobre todo, su enseñanza para que no queden diluidas en la superficialidad".
Tai Chi Chuan eskola lleva cerca de veinte años estableciendo tanto un marco de trabajo como de reflexión en el que se plantean tanto los aspectos técnicos como los pedagógicos (los que se refieren a la transmisión) y los funcionales (aquellos que tienen que delimitar qué papel puede cumplir hoy y entre nosotros la práctica del taichi). Si la práctica diaria se ve adecuada a este trabajo, la formación de profesores debe ser capaz de actualizar estos elementos en cada uno de sus participantes hasta hacerlos capaces de transmisión.
Este tránsito de la práctica a la transmisión es lo que da sentido a la propuesta que volvemos a presentar: la formación es un proceso vivo donde cada participante se ve empujado a preguntarse por el sentido de la técnica, del marco en que es utilizada, y de las dificultades y condiciones para hacer de ella un recurso útil en función de unos objetivos. Decir hoy que el taichi es un excelente sistema de trabajo corporal, una herramienta de salud, un "arte marcial" o una forma de meditación expresa cada vez menos de su naturaleza o su potencial. En la formación nos obligamos a plantearnos teórica y prácticamente las condiciones en las que estas palabras dejen de estar vacías y tengan significados explícitos y transmisibles a los alumnos que se presten a trabajar con nosotros.
Los cuatro bloques en los que se desarrolla el programa que presentamos (la técnica, la teoría, el encuadre y la integración) son igualmente importantes porque el trabajo en cada uno de ellos es lo que permite una cabal comprensión del resto. Es esta interacción en un marco vivo de grupo y de compromiso de transmisión la que establece la intensidad necesaria para que la relación con la práctica se altere cualitativamente a lo largo de los meses de trabajo. En caso de culminar con éxito los dos años de nuestro programa, disponemos de unas bases sólidas para comenzar a enseñar pero, ante todo, para continuar desde un nuevo comienzo con nuestras tareas de aprendizaje.